Bueno, Malo, Mejor, Peor, etc...
Todos ellos juicios de valor. Los emitimos diariamente, alegremente, todos tenemos una opinión y no dudamos en calificar. Es natural. No obstante, ¿cuantos de nosotros nos hemos detenido a pensar en las bases, fundamentos, razonamientos y contexto que sustentan a nuestros juicios?
Explico
me. Si emito el juicio de que “esto” es Mejor que “aquello”, ¿en que
fundamento mi afirmación? ¿cual es el criterio o parámetros utilizados
para respaldar tal juicio?
Existen áreas en las que es relativamente sencillo establecer parámetros y escalas de valores. En otras no tanto. Entre las primeras tenemos las ciencias numéricas y entre las segundas a las artes literarias por ejemplo. ¿Como sabemos que un libro es bueno? En estos casos no basta con el libro me guste para calificarlo de bueno. Eso es sólo mi vulgar opinión si no puedo respaldarla con razonamientos fundados.
Es allí donde las escalas tienen su reinado, puesto que permiten homologar criterios, establecer estándares y delinear principios para una evaluación o juicio cercanamente objetivo.
Las escalas tienen un carácter criminal. Se fundamentan en eliminar la subjetividad, los pareceres, las impresiones y demás sutilezas que en general “nublan” el juicio.
Pongamos el siguiente ejemplo:
Tenemos un Esquimal que vive usualmente a unos -20 grados centígrados.
Y tomemos a un Bosquimáno que vive en temperaturas que rondan los 40 grados centígrados a la sombra.
Sí ponemos al Esquimal en un sitio a unos 21ºC seguramente nos dirá algo como “Hace Calor”.
Si colocamos al Bosquimáno en el mismo lugar y a los mismos 21ºC nos dirá algo como “Hace Frío”. Entonces, ¿Hace frío o hace calor?¿Como resolvemos este dilema?
Sencillamente “matando” al negro y al esquimal!! y esto se logra mediante una escala.
Hace 21ºC. Ni frío. Ni calor. Sólo 21ºC.
Obviamente esta escala aniquila a los participantes y sus pareceres, sus impresiones culturales, somáticas y demás ideas sobre como está la temperatura del citado lugar.
Las escalas nos dejan con la “frialdad” de los números al eliminar el “calor” humano de la ecuación de evaluación.
¿Son “buenas” las escalas? ;-)
Existen áreas en las que es relativamente sencillo establecer parámetros y escalas de valores. En otras no tanto. Entre las primeras tenemos las ciencias numéricas y entre las segundas a las artes literarias por ejemplo. ¿Como sabemos que un libro es bueno? En estos casos no basta con el libro me guste para calificarlo de bueno. Eso es sólo mi vulgar opinión si no puedo respaldarla con razonamientos fundados.
Es allí donde las escalas tienen su reinado, puesto que permiten homologar criterios, establecer estándares y delinear principios para una evaluación o juicio cercanamente objetivo.
Las escalas tienen un carácter criminal. Se fundamentan en eliminar la subjetividad, los pareceres, las impresiones y demás sutilezas que en general “nublan” el juicio.
Pongamos el siguiente ejemplo:
Tenemos un Esquimal que vive usualmente a unos -20 grados centígrados.
Y tomemos a un Bosquimáno que vive en temperaturas que rondan los 40 grados centígrados a la sombra.
Sí ponemos al Esquimal en un sitio a unos 21ºC seguramente nos dirá algo como “Hace Calor”.
Si colocamos al Bosquimáno en el mismo lugar y a los mismos 21ºC nos dirá algo como “Hace Frío”. Entonces, ¿Hace frío o hace calor?¿Como resolvemos este dilema?
Sencillamente “matando” al negro y al esquimal!! y esto se logra mediante una escala.
Hace 21ºC. Ni frío. Ni calor. Sólo 21ºC.
Obviamente esta escala aniquila a los participantes y sus pareceres, sus impresiones culturales, somáticas y demás ideas sobre como está la temperatura del citado lugar.
Las escalas nos dejan con la “frialdad” de los números al eliminar el “calor” humano de la ecuación de evaluación.
¿Son “buenas” las escalas? ;-)
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